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Valentín Pérez, director de Minotauro Digital, rebate la atribución del Lazarillo a Alfonso de Valdés

Julio 2004

El Lazarillo sigue siendo anónimo. En respuesta a su atribución a Alfonso de Valdés de Valentín Pérez Venzalá se publica en el número 27 de Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid.

Artículo completo: http://www.ucm.es/info/especulo/numero27/lazaril.html

La atribución del Lazarillo a Alfonso de Valdés no es nueva, ya en 1976 la sugería con la debida precaución el profesor Ricapito. La reincidente atribución por parte de la profesora Rosa Navarro no aporta nada nuevo ya que la base de su tesis se levanta sobre una suposición difícilmente sostenible como es un argumento perdido de la obra en el que figuraría lo que la profesora Navarro quiere imaginar: el erasmismo del Lazarillo. Es difícil que se sostenga la autoría de Valdés si el erasmismo de la obra en vez de encontrarlo en el análisis de la misma lo encontramos en un fragmento supuestamente perdido que la profesora Navarro inventa.

Frente al estudio de la obra que no indica la presencia fundamental de rasgos erasmistas, la profesora Navarro inventa un argumento perdido en el que el autor dejaría claro lo que no hay en la obra: que quiere atacar el secreto de confesión y que por tanto la obra es claramente erasmista. Al margen de que obras como el Lazarillo no suelen llevar argumento -que si es frecuente en obras dialogadas-, los que Valdés redacta para sus obras no son especialmente significativos sino que son precisamente eso: un simple argumento de la obra.

Para suponer dicha parte perdida se basa la profesora Navarro en que el prólogo del Lazarillo no es coherente, sino que es la unión del prólogo como tal (donde hablaría el autor) y el inicio de la obra (donde habla ya Lázaro) y que por tanto, entre ambas partes debió existir algo que ella cree es el argumento de la obra donde se deja claro que la obra es erasmista. Sin embargo la incoherencia del prologo del Lazarillo nace de creer que se trata de un prólogo del autor, lo cual no es correcto en una obra que llegó al editor probablemente sin divisiones que éste invento, como la profesora Navarro reconoce. Si el editor inventó los títulos de los tratados, probablemente también invento el marchamo del prólogo para el inicio de la carta de Lázaro. El inicio de la carta es probablemente no la presentación del autor, sino la justificación del discurso que viene por parte de Lázaro que usa recursos típicos no ya de prólogos sino de dedicatorias a personas ilustres y de esa forma, dignifica burlescamente su discurso de la misma forma que termina su relato comparando su cumbre de buena fortuna con la entrada del emperador en Toledo; recursos típicos por otra parte de discursos de bufones, que tanto frecuenta el arte epistolar, y con los que Lázaro tiene mucho en común.

Suponer una parte perdida en el Lazarillo es arriesgado, pero desde luego suponer que ésta pudiera ser el argumento e imaginar lo que pudiera decir es temerario además de poco riguroso.

Por otra parte, la fecha más probable de redacción del Lazarillo es posterior a la muerte de Valdés como reflejan datos internos del relato, frente al tiempo de la historia que si bien pude entenderse como anterior a los años 30 también puede entenderse como posterior pues los datos históricos (batallas de los Gelves y cortes de Toledo) que sirven de referencia se repitieron dos veces en la primera mitad del siglo XVI, y desde luego el tiempo de la historia no coincide obligatoriamente con el tiempo de redacción de la obra que, no lo olvidemos, encontramos por primera vez en 1554 con 4 ediciones diferentes: un éxito difícil de explicar si la obra existía ya 20 años antes.

Asimismo frente a la devoción por Carlos V que muestra Valdés, la aparición final del Emperador en el Lazarillo nos resulta burlesca por comparar el estado "victorioso" del Emperador con "la cumbre de toda buena fortuna de Lázaro". Dicha broma no parece obra de Valdés, máximo apologista del Emperador.

El estilo de Valdés y el de Lázaro son muy distintos, por más que como en cualquier comparación con otras obras puedan encontrarse algunas palabras o giros comunes. La profesora Navarro no realiza un estudio comparativo entre las obras de Valdés y el Lazarillo -tan sólo 7 páginas de su libro de casi 200 donde recoge algunas coincidencias que ya encontrara el profesor Ricapito- sino que recure a comparar estas obras con obras anteriores buscando coincidencias que en cualquier caso -a pesar de que la inmensa mayoría de las encontradas no son significativas- no muestra más que algo que ya sabíamos: que pertenecen a una tradición literaria, la misma en la que se engloban muchas obras y autores del período.

Por tanto frente a la rápida atribución a Valdés y el apresuramiento a editar el Lazarillo bajo esta autoría, lo que encontramos es una falta de rigor y de responsabilidad académica, que ha podido llevar a los medios a difundir falsamente como descubrimiento lo que no es más que una teoría más de las muchas que abundan sobre la autoría del Lazarillo. La profesora Navarro en vez de apostar por la prudencia y buscar el debate académico como otros estudiosos - por ejemplo el profesor José Luis Madrigal con su atribución a Cervantes de Salazar- ha buscado el apoyo publicitario a su teoría a través de los medios -confundiendo así al público en general- y la imposición de su teoría a través de rápidas ediciones del Lazarillo que se han colocado en el mercado con el nombre de Valdés en su portada.

Más que la atribución a Valdés, que no es nueva, lo que desde luego es criticable es que se presente como descubrimiento lo que no es más que una teoría que precisamente no está avalada por pruebas sino sólo por suposiciones y contra la que existen claros indicios como son la falta de rasgos erasmistas en la obra y la más que probable fecha de escritura posterior a 1532, año de la muerte de Valdés.

Artículo completo: http://www.ucm.es/info/especulo/numero27/lazaril.html
Valentín Pérez Venzalá (Editor). NIF: 51927088B. Avda. Pablo Neruda, 130 - info[arrobita]minobitia.com - Tél. 620 76 52 60