atrás

El otro petrarquismo, de M. Cinta Montagut

El otro petrarquismo

M. Cinta Montagut

Leer más

Luz. Light. Licht, de Luis Pablo Núñez

Luz. Light. Licht

Luis Pablo Núñez

Leer más

El libro de Angelina. Segunda Parte, de Fernando Figueroa Saavedra

El libro de
Angelina 2

Fernando Figueroa Saavedra

Leer más

El libro de Angelina, de Fernando Figueroa Saavedra

El libro de
Angelina

Fernando Figueroa Saavedra

Leer más

En torno a los márgenes, de Santiago Rodríguez Gerrerro-Strachan

En torno a los
márgenes

Santiago Rodríguez

Leer más

Graphitfragen, de Fernando Figueroa Saavedra

Graphitfragen

Fernando Figueroa Saavedra

Leer más

adelante

Revista Minotauro Digital (1997-2013)

Síguenos Puedes seguirnos en Facebook Puedes seguirnos en Twitter Puedes ver nuestros vídeos en youtube

Compártelo Comparte este texto en facebook

En torno a Stanley Kubrick

Por Gustavo Boschetti

Diciembre 2009

LA BUSQUEDA. El resplandor de Stanley Kubrick se apagó un domingo de marzo de 1999, algunos meses antes del estreno de “Eyes wide shut”. Esta obra llena de genialidad y controversia se comió, literalmente, los últimos años de su vida. La crítica, con la suspicacia que la caracteriza, llegó a afirmar que “ningún otro director hubiese invertido tanto tiempo y esfuerzo en filmar esa película”, desconociendo tal vez que Kubrick no sabía trabajar de otra manera. Riguroso, demandante, obsesivo, se dejó devorar por la búsqueda de un cine perfecto, y en esa obsesión se llevó puesto a quienes lo rodearon. “Eyes wide shut” le costó a Tom Cruise una úlcera gástrica. Jack Nicholson juró haber quedado loco de verdad después de filmar “The Shining”, y Malcom McDowell todavía se estremece cuando recuerda los ensayos maratónicos de “A Clockwork Orange ”. Alguien dijo que el perfeccionismo y la exigencia del director llegaban a límites absurdos.

Si es cierto que Dotowieski no recordaba el nombre de su mujer cuando terminaba de escribir, y si es cierto que Balzac tomaba litros de café por día para no dormirse, entonces no es extraño que Kubrick comparara al cine con la novela del Siglo XIX.

LO BUENO Y LO MALO. Podríamos pensar que “A Clockwork Orange” es una gigantesca metáfora sobre la libertad relativa que tiene el hombre para elegir entre lo bueno y lo malo. El excéntrico Alex es un joven de instintos liberados, perverso y brutal, capaz de golpear a un anciano y de violar a su mujer; pero también es una víctima del aquelarre del mundo, del desamparo, de la manipulación del poder. Hobbes sostuvo que el hombre es naturalmente malo. Rousseau dijo que el hombre es naturalmente bueno y que se corrompe en sociedad. ¿Ud. que piensa, Mr. Kubrick? “Que el hombre nace malo, y que la sociedad lo vuelve peor”.

LA MUSICA. La historia del cine se divide en antes y después de Stanley Kubrick. No sólo en términos de calidad o innovación, sino también en términos de utilización de la música. El punto de inflexión lo marca “2001: A space odissey”. Hasta entonces, para Hollywood, la música era un mero resaltador de situaciones, una herramienta obligada para la apertura y el cierre. Pero desde “2001” se convierte en parte del guión mismo, en un metalenguaje constitutivo del relato. Aún hoy podríamos aceptar cualquier película de los 60’ con cualquier música de fondo. Lo que es imposible, sin dudas, es concebir a “2001” sin la música de Strauss o de Ligeti.

WOODY ALLEN DIXIT. “La primera vez que vi A space odissey no me gustó. Me decepcionó. Unos meses después estaba en California. Volví a verla y me gustó un poco más. La tercera vez pensé: ¡Qué película tan sensacional! Como pocas veces me ha pasado, comprendí que ese artista iba muy por delante de mi, que Stanley Kubrick iba muy por delante de todos nosotros”.

LA EXPERIENCIA VISUAL. Tengo tres imágenes imborrables de “A space odissey”. El hueso lanzado al aire, rotando suavemente contra un cielo limpio. La silenciosa agonía del computador HAL. La criatura humana, hacia el final de la película, mirando la tierra desde el útero cristalino. Tres instancias de fotografía pura. Entonces comprendo a Kubrick: “No es preciso tratar de entender la película como sea. Lo que es preciso es verla, oírla, y sentirla”. Reparemos en el orden de los verbos, que no es azaroso. Se trata, antes que nada, de una experiencia visual. Y cualquier interpretación de sentido, siguiendo a Susan Sontag, es aniquilar la belleza intrínseca de sus imágenes.

LOS MITOS. Misógino y paranoico, vivía en una mansión de rejas electrificadas en las afueras de Londres. El guión de “Eyes wide shut” fue impreso en papel rojo para evitar las fotocopias. Durante el estreno de “A space odissey”, contó que 241 personas se habían retirado de la sala antes que terminara el film; ni una más ni una menos. El hombre no llegó a la luna el 21 de Julio del 69’: lo que se vio fue una gigantesca puesta en escena que Kubrick montó en un estudio de Hollywood, a pedido del presidente Lyndon Johnson.

El computador de “2001” se llamó “HAL” porque sus letras son las que preceden a las de “IBM”, que se habría negado a prestar el nombre para la película. Kubrick se encargó de negar cada uno de estos mitos, aunque tal vez los haya negado sonriendo.

KUBRICK Y LA ESPERANZA. Nada está resuelto en las películas de Kubrick, porque nada está resuelto en la vida misma. El conflicto entre los sexos, entre las naciones, entre el hombre y sus semejantes, entre lo humano y lo artificial, giran y se repiten eternamente en una elipse sin fin.

Hay una lente –la de Kubrick- que mira al género humano con un tajante pesimismo, pero también con un guiño de ternura, de padre esperanzado. A diez años de su última película, tal vez nos quede la tarea de encontrar, bajo la superficie sórdida de su obra, un profundo mensaje de esperanza y amor por la humanidad.

Gustavo Boschetti

Valentín Pérez Venzalá (Editor). NIF: 51927088B. Avda. Pablo Neruda, 130 - info[arrobita]minobitia.com - Tél. 620 76 52 60